Ann Arbor Today

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miércoles, 23 de octubre de 2013

San Francisco cuesta arriba

Acorde con la vida aventurera y de situaciones rocambolescas que me suceden ultimamente, el viaje a San Francisco no iba a ser menos.

Para empezar, el shutdown en USA (ya sabéis, no hay dinero ni para pagar a los funcionarios, estos no van a trabajar y se cierran muchos de los sitios dependientes del gobierno) terminó solo dos días antes de que mi hermano y yo aterrizáramos en la bella ciudad californiana. Esto provocó que hasta ese día no supiéramos si íbamos a poder disfrutar de uno de los mayores atractivos de la ciudad, la prisión de Alcatraz.


Las opciones de ver Alcatraz se nublaron por momentos.

Una vez comprado los tickets, y pensando que ya todo estaba solucionado, recibimos un correo para informarnos que una maratón femenina pasaba justo por delante del embarcadero que te lleva a la famosa y peliculera prisión justo a la hora en la que teníamos el tour.


Buscaros la vida y llegar antes de tiempo como sea, terminaba diciendo el correo más o menos. Menos mal que finalmente esto no fue un problema.

Y por último y más importante de todo, durante todo el fin de semana nos pilló la huelga de metro de San Francisco. Esto se tradujo en, dificultades (de tiempo y económicas) en llegar del aeropuerto al centro y viceversa y aumento del tráfico, problemas de horarios con los autobuses, etc... Si a esto le sumamos que por ir de moderno y no coger un plano de autobuses fui mirando la aplicación de Google maps para guiarme con los buses y es mucho más que caótica a la hora de darte las combinaciones de como ir a los sitios... el tema transporte en la ciudad de las cuestas se hizo un infierno, a veces desesperante.

Pero como iba con mi hermano, y con él casi todo es motivo de risa y fiesta, todos los inconvenientes pasaron a un segundo plano y empezamos a disfrutar del viaje. Aunque en algunos momentos se nos cayera la barba, y nos salieran dos o tres calvas por el estrés.


Nos alojamos en un hotel cerca de Chinatown. Y aunque veas la puerta que en los años 70 Taiwán regaló a la ciudad...


aunque veas los típicos dragones chinos...


aunque veas los farolillos volando de lado a lado de la calle...


aunque veas a numerosos chinos jugando al mahjongg, o a las cartas...


e incluso aunque desde las alturas puedas ver numerosas banderas chinas delimitando el barrio...


sabes que estas en Chinatown cuando ves esta clase de escaparates. 


Tras el paseíto chinorri, comimos en unos de los sitios anunciados como "Posiblemente la mejor comida china del país". Los americanos son muy dados a este tipo de publicidad y los chino-americanos posiblemente más. Así que, en House of Nanking cenamos unos deliciosos dumplings,


con un arroz con verduras y un exquisito pollo con miel y sésamo. Muy rico y muy bien de precio.


Como podréis ver, en cualquier sitio donde hubiera un mínimo WI-FI bastaba para que mi hermano se encogiera detrás del móvil y yo aprovechara para tomar fotos.

Tras la cena, un paseíto para ver el edificio más alto de San Francisco. Con 200 y pico metros y 48 plantas. La Transamerica Piramyd se ve espectacular paseando por los alrededores.


Y aunque junto a los otros edificios quizás no se vea tan alta, 


cuando te alejas puedes observar la majestuosidad de la pirámide... 


De día y desde el barrio italiano de Little Italy, la pirámide también luce espectacular.  


Para el sabadito teníamos pensado pasear, pasear y pasear. "Jugando" con el cambio de hora, a las 8 ya estábamos callejeando por San Francisco. Y en cero coma dos, nos dimos cuenta que el paseo iba a ser "costoso". Así que...

cuesta "parriba"


cuesta "pabajo"


llegamos al Civic Center.


cuesta "parriba"


 cuesta "pabajo" otra vez... (fijaros que solo estaba permitido aparcar de forma perpendicular a la acera)


cuesta "parriba" otra vez... 


llegamos al barrio Haight, cuna del movimiento hippie y a Álamo Square. Este coqueto parquecito en lo alto de una colina tiene unas vistas impresionantes, 


y si a eso le sumas que de pequeño te tragaste todos los episodios de "Padres forzosos" y puedes contemplar las Painted Ladies, ya está más que pagado el largo paseo.


Tras disfrutar de la vista y las casitas victorianas, hogar televisivo de la familia Tanner, nos dirigimos a visitar la calle Lombard. Una calle empinada y adornada con flores que baja desde el barrio de Russian Hill, conocida como la calle mas sinuosa del mundo.


Como decía mi hermano, ¿a quien se le ocurriría esto?. El caso es que, fuera quien fuese, consiguió que este rincón sea uno de los lugares más fotografiados de San Francisco.



Era mediodía y pensamos que era un buen momento para ir a ver el puente. El día estaba claro y todo apuntaba a que disfrutaríamos de unas bonitas vistas. Para ello, estuvimos una hora esperando un autobús que nunca llegó. Tras la desesperación de algunos viajeros, incluidos nosotros, dejamos el puente para por la tarde y nos fuimos a Fisherman Wharf, el embarcadero principal.


El embarcadero está lleno de vida. Músicos, turistas, gente paseando, niños, mayores... 



y las vistas de las principales atracciones de San Francisco (si el día esta claro) son espectaculares...


el Golden Gate, Alcatraz o el skyline de la ciudad son paisajes que no podrás parar de fotografiar... 




Para esta hora ya estábamos bastante cansados, hambrientos, y estábamos diciendo demasiadas tonterías, así que decidimos poner remedio. 


Nos paramos en unas mesitas en el Muelle 41, donde este tipo estaba tocando la bateria y cantando canciones famosas. La verdad es que lo hacía de lujo y además tenía a todo el mundo animado.   


Y ahí que nos sentamos los Blandinos a disfrutar de la música y el buen rollo acompañado con unos bocatas de gambas y cangrejo y el "plato" estrella, el clam chowder.  


Esto consiste en una sopa espesa (si no fuera espesa ya veríamos si lo comía o no...) de almejas, que diría es casi obligatorio comer, y que se sirve en una boba de pan vacía. Lo puedes pedir en todos los restaurantes y tenderetes de la zona. Y la verdad es que estaba muy muy rico.


No el nuestro por supuesto, pero muchos de los panes terminan siendo devorados por las palomas y gaviotas del embarcadero. Supongo que la dieta de almejas y pan del suelo es mucho más provechosa y barata que tener que pescar los propios peces en la bahía.


Tras este merecido descanso, y estando en el embarcadero al nivel del mar, solo podía pasar una cosa... que volviéramos a las cuestas "parriba". Esta vez para alcanzar la Coit Tower,



esa curiosa torre desde la cual se puede ver todo San Francisco en los días claros. Y ese, era uno de ellos. 




Impresionante e indescriptible observar las colinas y cuestas de la ciudad y como la construcción y la arquitectura le ha ganado el pulso al terreno.


Tras ver la claridad que había en el puente, decidimos intentar ir por segunda vez.


Miramos otra combinación. Intentamos coger un autobús, podríamos decir regional en vez de uno local. El autobús que queríamos no volvió a pasar de nuevo, y entre una cosa y otra se nos hacía de noche.
Puente 2 - Blandinos 0.

Volvimos a cambiar los planes. Nos iríamos a recorrer, tras Russian Hill, Little Italy y Chinatown, otros dos famosos barrios de la ciudad.

Por un lado Mission. Barrio más latino y formado en torno a la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Es uno de los pocos edificios que quedaron en pie en la zona tras el terremoto de 1906 y junto a el se edificó otra Basílica.


Aunque el barrio puede parecer por momentos más "español" por los restaurantes y la oferta, cuando te acercas y miras las cartas de los restaurantes verás nachos, tacos, guacamole y frijoles...



Para terminar la noche, fuimos atravesando el barrio de Mission Dolores para llegar al barrio de Castro, zona conocida por su ambiente gay y sus locales de "ambiente".


 Ya llegando por determinadas calles, y al igual que en Chinatown, puedes comprobar que realmente estas entrando en el barrio, hay ciertas señas de identidad...



Uno de los edificios característicos del barrio es el teatro...


y también se puede ver la plaza Harvey Milk, primer homosexual reconocido con un cargo público, y que vivió y dio fama al barrio de Castro.


La noche acabó con un variado de hamburguesitas


y cerca de Market St. viendo el cambio de sentido del famoso tranvia de SF. 


El domingo muy tempranito para no coincidir con la mencionada maratón femenina


 nos dirigimos hacia el embarcadero. Así se veía el barquito que nos llevaría a la prisión el día anterior desde la lejanía de la Coit Tower...



y así se veía la prisión cuando estábamos muy muy cerca...


y así la bahía de San Francisco desde Alcatraz...


La visita a Alcatraz fue una auténtica pasada. Espectacular. Además del barquito, la experiencia de recorrer todas y cada una de las zonas de la prisión mientras te cuentan historietillas de los presos y los guardas y te informan de algunos datos fue sin duda alguna lo mejor de todo el viaje. 


Empezamos por el pasillo llamado Avenida Michigan... no se que decir de esto.


Por cierto la niña de la foto, estaba allí y se movía mucho. No hace falta llamar a Iker Jimenez.


Recorrer los pasillos y ver las celdas impresiona. Mucho. El tamaño, las normas, los "personajes" que allí pasaron sus días... y como serían esos días...




Como sería ver la luz cada día desde esos pequeños cubículos...



Me será imposible olvidar que la única celda que tenía una cama hecha era la del mismo número que mi apartamento. ¡Qué ironía!


Cuantas veces mirarían este reloj los presos...


y cuantos trapicheos, broncas, y planes de fuga se tramarían en este patio...



Sin duda, el estado de algunas vallas reflejaban por qué la prisión de máxima seguridad pasó a mejor vida...



Entre los presos más famosos, Al Capone..


Así quedó la celda de uno de los cinco presos que escaparon de la prisión. ¿Finalmente llegarían a tierra? Posiblemente solo Clint Eastwood lo sepa...



Cuando el alcaide cerro la prisión en 1963 dijo que Alcatraz nunca había sido bueno para nadie. Sin duda, millones de turistas hoy día piensan lo contrario.

Cuando finalmente escapamos de la "roca", el día había aclarado algo, y al menos se veía hacia donde teníamos que "escapar"...


Esta imagen ya nos indicaba que el puente no lo íbamos a ver. La niebla lo cubría casi por completo. 


Sin embargo, el curioso tiempo de la bahía, hacía que en el embarcadero el sol brillara como si fuera Julio. Recorrimos el Muelle 39 en busca de los famosos leones marinos de San Francisco. Vimos barquitos y gaviotas... y seguimos buscando...  


si no sabes donde encontrarlas, abre bien tus oídos... y los escucharas.... Allí al girar, había decenas de ellos. Haciendo un ruido tremendo. Se les veia contentos y relajados.


Teníamos a los leoncitos durmiendo...



teníamos algunos "cantando y bailando"


algunos adultos más flojetes... 


y a los más descarados directamente babeando. Menuda vidorra ser león marino...


Temiéndonos lo peor, y aunque yo reconozco que quería el puente con "algo" de niebla, llegamos tras tres intentos, dos autobuses y 36 minutos al dichoso puente.


Golden Gate 3 - Blandinos 0.

Si ya se... no se ve el puente. Pero nosotros parecemos contentos, ¿no?
Pues eso, al igual que a otros millones de turistas en San Francisco la niebla no nos dejó ver el puente.


Aunque era realmente llamativo ver los millones de metros de cable y tornillos perderse en la nada 


 y escuchar el sonido de los barcos sin saber muy bien de donde venían o hacia donde iban...


Podías mirar a un lado... 


y al otro... 


y estabas en un puente rojo ¡¡¡en mitad de las nubes!!! 


Sólo el ver coches pasando en los dos sentidos te aseguraba que de una u otra manera seguía conectado con la tierra...


Con esto y un largo paseo, ya con el sol reluciendo y calentando, por los barrios de Russian Hill, Little Italy y Chinatown terminó nuestra visita a esta preciosa ciudad californiana de la cual me quedan muchísimas ganas de revisitar, y no sólo por ver el puente. Volveremos sin duda alguna.

2 comentarios:

  1. Espectacular!!

    Por cierto, me gusta más el careto de Robert de Niro para Al Capone que el suyo propio......

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    1. Es verdad, es como que no tiene suficiente cara de malo, o que recuerda a Dani de Vito...

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